Marcaje de buitres negros y buitres leonados en el parque natural del Tajo Internacional

Dos águilas en combate en un prado con flores amarillas.
Joven en campo abierto con uniforme de camuflaje, sostiene un teléfono móvil y observa a un águila que recoge un objeto en el suelo.

En el Tajo Internacional, buitres leonados y buitres negros encuentran un santuario natural donde anidar y alimentarse. Este espacio transfronterizo es clave para la conservación de estas majestuosas aves y para la biodiversidad ibérica.

Asociación a colaborar
QUERCUS

Entidad colaboradora
Zahra del Alagón

En Zahra del Alagón creemos que la apicultura no puede entenderse sin el cuidado del entorno que la hace posible. Por eso colaboramos con proyectos de conservación que protegen la riqueza natural de nuestra tierra.

En esta ocasión, hemos trabajado junto a QUERCUS – Associação Nacional de Conservação da Natureza (Portugal) en un proyecto de marcaje y seguimiento de aves necrófagas, entre ellas el buitre negro y el buitre leonado. La labor incluyó tanto el anillamiento de pollos en nido como la captura y marcaje de ejemplares adultos, con el fin de estudiar sus desplazamientos, favorecer su conservación y reforzar las poblaciones ibéricas de estas especies clave para el equilibrio de los ecosistemas.

Persona en una escalera baja en un árbol con ramas y hojas verdes, realizando alguna tarea.
Hombre con mascarilla y gorra sostiene un buitre leonado en un paisaje árido con arbustos y colinas al fondo. Anillamiento científico

En la primera imagen se observa un buitre leonado recientemente marcado con una marca alar. Estas placas de colores, situadas en las alas, permiten identificar a los individuos a distancia durante el vuelo, sin necesidad de recapturarlos. Gracias a este sistema, los equipos de conservación recopilan información esencial sobre los desplazamientos, la supervivencia y el comportamiento de cada ejemplar, contribuyendo de manera decisiva a la protección de la especie.

Estas colaboraciones y observaciones ponen de relieve el compromiso de Zahra del Alagón con la conservación de la biodiversidad y con la protección de especies emblemáticas de nuestro patrimonio natural.

Dos buitres leonados alimentándose y posados sobre una roca en finca los álamos, uno con una marca alar azul en el ala.

En la segunda fotografía, tomada en la finca de Zahra del Alagón, aparece otro buitre leonado portador de marca alar y anilla, procedente de un proyecto de conservación desarrollado en Portugal. Este encuentro refleja la importancia de los corredores ecológicos que conectan ambos países y el papel fundamental que juegan las dehesas y paisajes de Extremadura como espacios de alimentación y descanso para estas aves majestuosas.

Más allá de la apicultura

En Zahra del Alagón, la apicultura no es solo una actividad productiva; es una forma de cuidar el territorio. Las abejas son nuestras aliadas y también las mejores embajadoras de la salud del entorno. Por eso, más allá del trabajo en los colmenares, uno de los pilares de nuestro proyecto es la restauración de los ecosistemas locales, especialmente de las zonas de ribera y monte mediterráneo que rodean la finca.

La revegetación de estas áreas degradadas o empobrecidas busca recuperar la funcionalidad ecológica del paisaje, fortalecer la biodiversidad y garantizar la continuidad de los procesos naturales que sostienen tanto a la flora como a la fauna —incluidas, por supuesto, nuestras abejas melíferas (Apis mellifera iberiensis).
Este trabajo se desarrolla con paciencia, conocimiento y respeto por los ritmos del medio. Cada planta elegida tiene un papel, y cada actuación se orienta a un mismo fin: devolver equilibrio y vida al territorio.

Jardineras con plantas jóvenes en un campo con césped verde, árboles y un cielo nublado al atardecer

1. Un entorno privilegiado: las riberas y montes del Alagón

La finca Zahra del Alagón se sitúa en un entorno de gran valor ecológico, donde confluyen hábitats de ribera, dehesa y monte mediterráneo. Este mosaico vegetal forma parte de los ecosistemas del oeste peninsular, caracterizados por su diversidad estructural y la convivencia de especies adaptadas tanto a la humedad de las riberas como a la sequía estival de los encinares.

En las zonas bajas, cercanas al agua, dominan los álamos blancos (Populus alba), los fresnos (Fraxinus angustifolia), y los tamujos (Flueggea tinctoria), que aportan sombra, refugio y materia orgánica al suelo. En los márgenes, el rosal silvestre (Rosa canina) y el majuelo (Crataegus monogyna) actúan como setos naturales, protegiendo la fauna y sirviendo de nexo entre el bosque de ribera y los pastizales.

Más arriba, conforme el terreno asciende, el paisaje se transforma en un mosaico de encinas (Quercus ilex subsp. ballota), madroños (Arbutus unedo), jaras (Cistus ladanifer), y lentiscos (Pistacia lentiscus), especies que definen el monte mediterráneo. Esta gradación vegetal, típica de los valles del Tajo y el Alagón, es la que tratamos de recuperar con nuestras actuaciones de restauración.

Vista aérea de un paisaje rural con árboles dispersos, rocas grandes, y un pequeño río curvado en medio de un campo verde, en un día soleado con sombras largas.

2. El proyecto de restauración ecológica

El objetivo de Zahra del Alagón es doble: restaurar la vegetación autóctona y crear corredores ecológicos que conecten las áreas naturales, favoreciendo la movilidad de la fauna y la regeneración natural de la flora.

Para ello se han planificado distintas líneas de actuación, adaptadas a la topografía y las condiciones de humedad del terreno:

Revegetación de riberas

Las zonas próximas a arroyos y vaguadas son especialmente frágiles, pero también las más agradecidas cuando se trabaja con sensibilidad ecológica. En estos tramos hemos reintroducido álamos blancos, sauces, y tamujos, especies que consolidan las orillas y previenen la erosión.
Su sistema radicular profundo ayuda a estabilizar el suelo y a mejorar la infiltración del agua, mientras que su follaje genera microclimas frescos que favorecen la presencia de anfibios, insectos y aves.

Junto a ellos, se han plantado rosales silvestres y majuelo, que aportan floraciones prolongadas y frutos muy apreciados por la avifauna. Estas especies, además, ofrecen recursos tróficos para las abejas durante los periodos de escasez, integrando la restauración ecológica con la apicultura de la finca.

Restauración del monte mediterráneo

En las zonas más elevadas y soleadas se ha trabajado en la recuperación del monte bajo y del arbolado característico. La encina (Quercus ilex subsp. ballota), símbolo del paisaje mediterráneo, ha sido reintroducida como especie principal. Su crecimiento lento se compensa con una extraordinaria resistencia a la sequía y una enorme capacidad de regenerar el suelo gracias a la hojarasca que produce.
A su alrededor, especies acompañantes como el madroño, el lentisco, y el durillo crean un sotobosque diverso, refugio ideal para pequeños mamíferos, aves y polinizadores silvestres.

El madroño, además de su valor ecológico, ofrece una floración tardía que resulta fundamental para las abejas, aportando néctar en meses en que pocas otras especies lo hacen. De esta forma, la restauración del monte contribuye también al equilibrio alimenticio de los colmenares.

3. Diseño ecológico y técnicas de plantación

Cada intervención en Zahra del Alagón se diseña con criterios de ingeniería ecológica: mínima alteración del terreno, selección de plantas adaptadas, y uso de técnicas tradicionales combinadas con conocimiento científico.

Las plantaciones se realizan en otoño o invierno, aprovechando la humedad del suelo y evitando riegos artificiales. Se emplean plantones jóvenes procedentes de viveros locales certificados, garantizando así el origen genético regional.
En las riberas, se utilizan protecciones biodegradables que evitan el daño por fauna silvestre y permiten un crecimiento natural sin plásticos residuales. En las laderas, se crean microterrazas o alcorques (Quercus suber) que reducen la escorrentía y facilitan la infiltración de agua de lluvia.

A lo largo de todo el proceso se aplica una filosofía de bajo impacto: ningún producto químico, mínima maquinaria y priorización del trabajo manual.
La meta no es plantar mucho, sino plantar bien, creando comunidades vegetales capaces de mantenerse por sí mismas con el paso de los años.

4. Beneficios ecológicos y apícolas

La restauración de la vegetación no solo mejora la calidad paisajística; también aumenta la biodiversidad funcional, esencial para el equilibrio ecológico y para la apicultura.

Las nuevas plantaciones amplían el calendario de floraciones, ofreciendo néctar y polen durante más meses del año. Especies como el majuelo, el rosal silvestre, el madroño o la encina aportan recursos variados y de alta calidad.
Esto se traduce en mieles más equilibradas y complejas, con matices aromáticos que reflejan la riqueza del entorno.

Para la fauna silvestre

La recuperación de setos y arbolado genera hábitats de refugio y alimentación para aves, reptiles y pequeños mamíferos. Los tamujos y zarzales, por ejemplo, son esenciales para especies nidificantes como el ruiseñor o la curruca.
Además, al aumentar la cobertura vegetal, mejora la calidad del suelo y se reduce la erosión, lo que repercute positivamente en la calidad de las aguas y en la salud general del ecosistema.

Para el suelo y el agua

El incremento de la materia orgánica y la cobertura vegetal mejora la estructura del suelo, su capacidad de retener humedad y su fertilidad natural. Las raíces estabilizan los márgenes y reducen la sedimentación en los cursos de agua, mientras que las copas arbóreas regulan la temperatura y crean microhábitats húmedos.

Vista panorámica de un río que atraviesa un valle rodeado de colinas y rocas en primer plano, bajo un cielo parcialmente nublado.

5. Conservación participativa: devolver al entorno lo que nos da

El proyecto Zahra del Alagón no se concibe como una acción aislada, sino como parte de un modelo de apicultura regenerativa. Cada colmena, cada planta y cada intervención tienen un propósito común: restaurar la armonía entre la actividad humana y la naturaleza.

Devolver árboles y arbustos al paisaje es, en cierto modo, devolver vida a la tierra. Cada majuelo que florece, cada encina que arraiga, cada tamujo que crece en la ribera contribuye a un equilibrio que beneficia a todos: abejas, aves, murciélagos, suelos y personas.

Conclusión: sembrar futuro

La restauración ecológica que impulsamos en Zahra del Alagón es un compromiso a largo plazo. No se trata de plantar por plantar, sino de reconstruir relaciones ecológicas: entre las especies, entre el agua y el suelo, entre el ser humano y su entorno.
Sabemos que el resultado no se mide solo en árboles plantados, sino en ecosistemas que vuelven a funcionar y en paisajes que recuperan su capacidad de sostener vida.

En última instancia, la mejor recompensa es ver cómo las abejas vuelan sobre los tamujos en flor o cómo un ruiseñor canta en el majuelo recién crecido.
Eso significa que el equilibrio se está restaurando. Y ese es, precisamente, el corazón de Zahra del Alagón.


Cajas nido y refugios para fauna: un compromiso con la biodiversidad

En nuestra finca no solo cuidamos de las abejas: también trabajamos por mantener el equilibrio del ecosistema que las rodea. Por eso hemos instalado cajas nido para aves insectívoras y refugios para murciélagos, con el objetivo de favorecer la presencia de especies silvestres beneficiosas y contribuir a la conservación de la fauna local.

Cajas nido para aves

Las cajas nido proporcionan un lugar seguro para que aves pequeñas —como herrerillos, carboneros o papamoscas— críen en entornos donde los huecos naturales escasean. Estos pájaros son grandes aliados en el control biológico de insectos, ayudando a mantener un equilibrio natural sin recurrir a productos químicos.
En la finca se han instalado diferentes modelos adaptados a cada especie y orientaciones variadas para aprovechar la sombra y evitar el sobrecalentamiento en los meses más cálidos.

Refugios para murciélagos

Los murciélagos son otra pieza clave en los ecosistemas mediterráneos. Son excelentes controladores de plagas agrícolas y forestales, consumiendo cada noche miles de insectos. Para favorecer su presencia, se han colocado cajas refugio de madera sin tratar, instaladas en árboles y estructuras altas, que imitan las grietas naturales donde suelen resguardarse.
Además de su papel ecológico, los murciélagos contribuyen indirectamente a la salud de los colmenares, al reducir la presión de insectos molestos y mantener la diversidad del entorno.

Diversas cajas de madera con agujeros, herramienta eléctrica y linterna en una mesa en un campo con árboles y colinas al fondo.
Caja nido para aves

Un beneficio compartido

Estas actuaciones se enmarcan en nuestra filosofía de apicultura sostenible: cuidar las abejas implica cuidar también el paisaje y la fauna que lo sustenta.
Las cajas nido y los refugios no solo aumentan la biodiversidad local, sino que también ayudan a mantener el equilibrio entre polinizadores, depredadores naturales y vegetación. Es una forma práctica y sencilla de devolver al entorno parte de lo que nos ofrece.