Libar en espacios protegidos de la REDNATURA 2000 es garantía de calidad
A dos aguas, entre los Canchos de Ramiro y el Tajo.
-

ZEPA Canchos de Ramiro y Ladronera
Los Canchos de Ramiro y Ladronera, en el Parque Natural Tajo Internacional, conforman uno de los paisajes más singulares del oeste ibérico. Sus imponentes cortados graníticos dominan el curso del Alagón y albergan una valiosa comunidad de aves rupícolas como el buitre negro y el águila real. Este entorno, de dehesas, jarales y bosques mediterráneos, representa un equilibrio excepcional entre naturaleza, silencio y vida silvestre.
-

ZEPA Embalse de Alcántara
La ZEPA Embalse de Alcántara se extiende a lo largo del curso medio del Tajo, formando un vasto mosaico de agua, monte mediterráneo y dehesa. Sus orillas acogen colonias de cigüeña negra, águila imperial y nutria, además de una flora rica y diversa que varía con las estaciones. Este enclave de gran valor ecológico y paisajístico es uno de los mayores refugios de biodiversidad del oeste peninsular.
Hábitats y vegetación del entorno de los Canchos de Ramiro y las riberas del Tajo
El entorno de los Canchos de Ramiro y las riberas del Tajo forma parte de uno de los paisajes naturales mejor conservados del oeste peninsular. La diversidad de su relieve —con cortados, dehesas, matorrales y riberas— crea un mosaico de hábitats mediterráneos donde la flora autóctona florece de manera escalonada a lo largo del año. Esta continuidad de floraciones es esencial para las abejas y explica la calidad y singularidad de las mieles que se producen en la zona.
Dehesas y montes mediterráneos
Las dehesas de encina (Quercus ilex) y alcornoque (Quercus suber) dominan buena parte del paisaje, conformando un sistema tradicional de gran valor ecológico y productivo. En su sotobosque prosperan tomillos, romeros, lavandas y retamas, cuyas floraciones primaverales y estivales son la base de mieles aromáticas muy apreciadas.
Durante el verano, las encinas generan mielatos —exudados ricos en azúcares— que aportan matices oscuros y complejos al perfil sensorial de la miel. La gestión extensiva y la baja presión agrícola de la zona favorecen tanto a la apicultura como a la conservación de la biodiversidad.
Matorrales y jarales
En laderas y suelos más pobres se desarrollan jarales densos de Cistus ladanifer, acompañados de tomillos (Thymus), cantuesos (Lavandula stoechas) y otras aromáticas. Estas formaciones concentran una de las floraciones más abundantes del año, proporcionando a las colmenas néctar y polen en cantidad y calidad.
Las jaras son especialmente melíferas y su presencia masiva en la comarca marca el carácter de muchas mieles del suroeste ibérico. Los tomillos y lavandas, por su parte, aportan aromas intensos y notas distintivas que reflejan el paisaje mediterráneo.
Bosques de ribera y zonas húmedas
Los márgenes del Tajo y sus afluentes albergan sotos y alisedas con sauces (Salix spp.), álamos (Populus spp.) y tarajes (Tamarix spp.). Estas especies florecen al inicio de la primavera, cuando las colmenas reactivan su actividad tras el invierno.
Además de aportar néctar y polen temprano, los bosques de ribera regulan el microclima y ofrecen puntos de agua limpia y refugio, elementos esenciales para el equilibrio ecológico y para la salud de las abejas.
Praderas y pastos naturales
Las praderas estacionales, a menudo asociadas a la dehesa, presentan una alta diversidad de leguminosas y compuestas silvestres. Tréboles, Lotus y otras herbáceas primaverales aportan polen abundante durante el crecimiento de las colonias. El pastoreo extensivo contribuye a mantener la estructura abierta y la heterogeneidad vegetal que favorecen la presencia de polinizadores.
Calendario de floraciones
Enero–febrero: Cerezos (floraciones tempranas, polen inicial).
Marzo–abril: sauces y álamos (floraciones tempranas, polen inicial).
Abril–mayo: jaras, lavandas y retamas (máxima producción de néctar).
Junio–julio: tomillos, zarzamora y romeros (mieles aromáticas).
Final de verano–otoño: mielatos de encina y alcornoque (recursos tardíos) y madroños.
Un territorio de alto valor apícola y ambiental
La coexistencia de dehesas, matorrales y riberas genera un entorno excepcional para la apicultura. La diversidad de especies melíferas, unida a la baja presencia de agricultura intensiva, permite obtener productos puros y con una identidad marcada por el territorio.
Proteger estos hábitats no solo mantiene la biodiversidad, sino que también garantiza la continuidad de una apicultura sostenible, donde la calidad de la miel, el polen y el propóleo está directamente ligada a la salud del medio natural.

